BIENINGTON, Nueva Zelanda — La protección del planeta Tierra no debería ser un tema político, pero el debate en torno al cambio climático a menudo parece dividirse a lo largo de líneas partidistas. No es ningún secreto que los conservadores generalmente son menos propensos a adoptar una actitud «verde», pero una nueva investigación muestra que será aún más difícil de lo que muchos podrían pensar convencer a los conservadores de que la acción climática es necesaria.
Más allá del tema único del cambio climático, los conservadores y los republicanos generalmente son reacios a cambiar sus comportamientos y creencias, por lo general se adhieren a un conjunto bastante rígido de tradiciones o «morales vinculantes». Mientras que estudios anteriores han sugerido que apelar a los conservadores utilizando sus propias morales y valores en mensajes proambientales puede hacer que sean más propensos a adoptar valores y prácticas proambientales, una nueva investigación realizada en Nueva Zelanda no encontró evidencia que respalde esta afirmación.
«Es importante destacar que la investigación indica que liberales y conservadores hacen juicios morales basados en diferentes conjuntos de fundamentos morales», explican los autores del estudio en un comunicado de prensa. «Mientras que las personas más liberales tienden a basarse en morales individualizadoras que valoran los derechos individuales y la justicia con motivación empática, las personas más conservadoras tienden a basarse en morales vinculantes, que valoran la lealtad al grupo, la pureza, el orden y las convenciones».
Este proyecto siguió prácticas de ciencia abierta, como asegurarse de que el plan de análisis de datos estuviera disponible antes de que comenzara la recopilación de datos, y proporcionar acceso a materiales, conjuntos de datos y códigos analíticos. En última instancia, los investigadores de la Universidad de Victoria de Wellington y la Universidad de Waikato descubrieron que los participantes respondían igualmente bien a los mensajes proambientales «adaptados» que mencionaban lealtad, autoridad o pureza (por ejemplo, «Preservar esa pureza es importante. Deberíamos considerar que la contaminación de los lugares donde vivimos es asquerosa.») como lo hacían con un lenguaje más tradicional y directo («proteger el entorno natural de los lugares donde vivimos»).
El equipo de investigación también señala que el conservadurismo político mostró una asociación negativa con el proambientalismo y las intenciones de conservación. Este hallazgo respalda investigaciones anteriores que habían llegado a la misma conclusión. Los investigadores agregan que, debido a que «las personas más conservadoras tienden a evitar la incertidumbre y el cambio, tienden a negar las amenazas del cambio climático antropogénico y a ser reacias a adoptar comportamientos proambientales que requieran cambios en el comportamiento».
Además, los conservadores «suelen oponerse a las políticas proambientales porque creen que estas políticas socavarían la economía y su libertad económica al regular sus negocios y comportamientos».
En resumen, los investigadores concluyen que su trabajo sugiere que simplemente usar un lenguaje que se alinee con los valores morales conservadores probablemente no será suficiente para impulsar comportamientos verdes entre las personas más conservadoras.
Entonces, ¿qué pueden hacer las campañas verdes? En cambio, los autores del estudio sugieren que las campañas proambientales deben tener en cuenta otros valores conservadores, normas, identidad y contexto político para ser más efectivas en todo el espectro político.
El estudio se publica en la revista Social Psychological Bulletin.